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LETAL

  • Foto del escritor: Janeth Quintero
    Janeth Quintero
  • 23 jul 2018
  • 4 Min. de lectura


El enigma que se esconde tras una sonrisa puede llegar a ser mortal.

Hay miradas tan penetrantes que llegan a convertirse en algo sometedor; de esas que te dejan sin aliento… ni decisión propia.

¿En qué momento la inocencia de un beso puede ser letal?

Existen enfermedades que son complejas de entender, una de ellas era la que estaba azotando en el pueblo. Las jóvenes simplemente amanecían muertas, y sin la belleza que las caracterizaba, con piel deformada y arrugada, eso sí, conservaban el color rojo en sus labios. Nadie entendía la razón. La hermana de mi madre decía que no era una enfermedad, sino algo oscuro.

Mis padres aterrados, no dejaban que hiciera mis actividades con normalidad, temiendo a que fuera la siguiente víctima de aquello que era desconocido.

Esa tarde, la taberna de mi padre estaba llena, yo disfrutaba desde la rendija de la pared del almacén de la danza y música. Las risas y canticos aturdían a cada persona que entraba, pero no tardaban en acoplarse y unirse a la festividad.

Un atractivo joven entró con una sonrisa coqueta, y visualizó con discreción el panorama, las jóvenes Gina, Lorena y Fabiola, no pudieron disimular la curiosidad e impresión que generó en ellas; el joven simplemente las observó profundamente. Era hermoso; alto, delgado, cabellos rizados y oscuros, tez clara, ojos azules y labios rosados, su piel era tersa y lisa. Era raro ver a alguien nuevo, pero más raro que tuviera semejante belleza.

Yo sin duda no deje de contemplarlo durante toda la noche, viendo también como todas esas arpías ebrias se acercaban a él intentando seducirlo con sus movimientos, que en la mayoría de las veces eran torpes a causa de los efectos de la cebada. Lorena era la que más se le acercaba, él no mostraba mucho interés, pero tampoco las despreciaba pues se notaba que le gustaba ser contemplado e idiotizado.

La noche cayó y el joven salió de la taberna, las jóvenes queriendo saber más sobre él, no tardaron en cruzar la puerta y ver la dirección a la que se dirigía. En esos momentos mi interés terminó y me fui a dormir.

Por la mañana limpiaba las mesas de la taberna, mi padre platicaba con el anciano Jack, cuando el padre de Lorena llegó con lágrimas en los ojos y el alma destrozada, pues su hija había aparecido muerta; otra víctima de la enfermedad misteriosa.

<<¿Por qué solo ataca a nuestras mujeres?>>, cuestionaba el anciano, pero era una cuestión para lo que no había respuesta.

Esa noche en la taberna las pocas mujeres que habían eran sobretodo ancianas. La música sonaba como cada noche, pero nadie bailaba. Mi madre servía la cena, pero cada que podía volteaba a ver el almacén para asegurarse de que siguiera viva.

El joven de belleza increíble entró de nuevo por aquella puerta, en esta ocasión no destacó, pues no había jóvenes que quisieran acaparar su atención, él simplemente se sentó en una mesa y comenzó a comer pan, de pronto su mirada curiosa me observaba con detenimiento, al parecer a través de la rendija me alcanzaba a visualizar, se levantó y caminó en dirección mía.

-¿Por qué te escondes? –preguntó-. Desde ayer estás escondida en este lugar, observando, deseando divertirte.

Mi padre al darse cuenta de que el hombre me estaba hablando, se acercó con el pretexto de sacar un barril de cerveza, con una mirada profunda observó al joven de pies a cabeza, él simplemente se alejó, pero durante toda la noche no dejó de observarme.

Durante varias noches él llegó y se sentó en el mismo lugar, observándome profundamente, con dulzura, interés e incertidumbre. Quería saber su nombre, platicar con él… bailar, pero tenía que mantenerme alejada. ¡Me sentía enamorada!

Él se acercaba constantemente al almacén y saludaba, pero mi padre con una mirada furiosa lo alejaba. Un día al acercarse por la rendija dejo tirar un papel, quería que nos viéramos esa madrugada cuando todos durmieran.

Los minutos pasaron lentamente, podía ver como él me seguía observando con mucha delicadeza. ¿De dónde había venido? ¿por qué tardo tanto? … ¿Por qué llegó en el momento de caos? Nadie podía responder ninguna de esas cuestiones, pero pronto podría estar con él, saber su nombre y poder romper con toda la curiosidad que me invadía.

La madrugada llegó, todos estaban dormidos. Me levanté sin hacer ruido, y caminé sigilosamente; pude salir con éxito. Esa noche el clima era frio, una espesa bruma cubría la calle, estaba en búsqueda de él, de mi amado, pero no veía nada. De pronto una mano tomó la mía, giré y lo pude ver, sus ojos me observaban con detenimiento, pero un miedo interno corría por mis venas, en su mirada no se visualizaba más cordialidad, pasó menos de un segundo cuando él me beso, llevándose consigo mi vida.

Al día siguiente mi padre me encontró muerta, con la cara deformada, pero los labios rojos y hermosos.

Aquel joven partió, nadie lo vio de nuevo, ni sospechó de él, fue en búsqueda de un nuevo pueblo, de nuevas jóvenes, de más vidas que tomar.

 
 
 

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