top of page
  • Foto del escritorJaneth Quintero

DESAPEGO.



Tenía su mirada puesta en aquel libro, sus enormes ojos verdes se veían enmarcados por unos lentes de pasta color negro. La luz del sol que se colaba por los hoyuelos del árbol que estaba encima de él, iluminaba su cabellera, resaltando el color rubio de sus cabellos.

Por un momento paró la lectura y dio un sorbo a su café con leche ligeramente endulzado, cerró los ojos y lo saboreó, una sonrisa le vino al rostro, se levantó de la banca en la que estaba sentado, recogió una hoja seca que encontró en el piso y la puso en la página del libro en la que se había quedado; usándola de separador. Dio otro sorbo, y miró hacia el cielo, sintiendo como el aire acariciaba su rostro con ternura. De sus hermosos ojos comenzaron a salir un par de lágrimas, su sonrisa se fue apagando lentamente, hasta que se convirtió en una inexistente, la tristeza lo ensombreció, sentía como un hueco crecía desde el interior de su estómago, girando como un remolino hasta su garganta, ahogando hasta su llanto. Subió las piernas a la banca y hundió su cabeza entre ellas, abrazándolas mientras lloraba en silencio… desahogando todo lo que lo oprimía.

¿Qué le invadía?, ¿qué le pesaba?... quizá era la presión a la que se veía sometido, la vida nueva que estaba afrontando, alguna perdida reciente que había tenido, o el hecho de no sentirse completo… o todo junto, pero... la realidad es que algo le dolía, y también se estaba liberando de ello.

Él ya no apreciaba como se agitaban las copas de los árboles tirando las hojas secas, tampoco disfrutaba en esos momentos las patitas peludas de los perros corriendo mientras perseguían la pelota, ni de los pájaros que se paraban en la fuente a beber agua, él estaba completamente hundido en sus pensamientos.

Se limpiaba momentáneamente las lágrimas que sus ojos expulsaban con fluidez, esas que buscaban un camino, y que humedecían sus mejillas. Se encontraba tan solo... tan frágil, pero él no se sentía desprotegido, pues sentía como ese espacio lo abrazaba y consolaba de las penas que lo invadían.

Sus memorias se vieron invadidas por viejos recuerdos de su infancia, donde su vida no era tan complicada, y solo se tenía que preocupar por ir a la escuela, hacer los deberes... jugar. Una en la que no se tenía que preocupar por mantener un trabajo, en el que no tenía que tolerar a personas que no eran afines a sus ideas, de no hacer lo que realmente le apasionaba, de divertirse y ser un alma libre.

Los niños que iban a recoger la pelota cerca de donde él se encontraba, lo veían con curiosidad y miedo, se alejaban lo más pronto posible, pero sin quitarle ojo, comentaban entre ellos inventando posibles historias, lo que no sabían era que él en esos momentos estaba liberándose de todo lo que lo atormentaba, meditaba lo que le acontecía, y dejaba esos malos recuerdos, se abrazaba a su interior para exponer su verdadera esencia.

Frente a él una silueta le ensombreció ligeramente el rostro, pero a la vez lo iluminaba, pues las penumbras que lo abrazaban fueron desapareciendo lentamente, y una sonrisa se comenzó a dibujar. Se levantó y abrazó a la persona que estaba frente a él, esa que secó sus lágrimas y le hizo sonreír, y juntos caminaron tomados de la mano viendo las hojas caer, al sol meterse, y a la vida fluir, amándose. .

74 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

EN BLANCO

bottom of page